- Publicidad -

Los primeros datos de esta tradición se remontan a finales del siglo XVI, con la existencia de la Cofradía de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, que posteriormente pasó a denominarse ‘Los Empalaos’

‘Los Empalaos’ de Valverde de la Vera vuelve a protagonizar la noche del Jueves Santo en la localidad cacereño. Desde las doce de la noche de ese día hasta el alba el pueblo participa en la celebración en absoluto silencio, siguiendo una tradición que data del siglo XVI. La fiesta goza de la declaración de Interés Turístico Regional desde 1980.

En la fiesta, cada año las personas que deciden vestirse de «empalao» lo hacen para responder a una “manda” o promesa íntima hecha ante Dios. Los «empalaos» recorren las 14 estaciones del viarucis por las calles del pueblo con una vestimenta característica que representa la crucifixión evocando una estampa alegórica de lo sagrado en la tradición cristiana.

Es un rito íntimo en el que la iconografía exterior no guarda tanta importancia como el acto en sí de vestirse de «empalao» y salir a las calles del pueblo. Por eso se requiere un máximo respeto al visitante al que se le exige silencio durante el paso de los penitentes.

Es la Cofradía de la Pasión de Jesucristo y Hermanos Empalaos de Valverde de la Vera quien vela por el cumplimiento del rito de acuerdo a la tradición. Una tradición que comienza con el acto de vestirse de «empalao»; un rito en el que está presente un maestro vestidor y los familiares más allegados. Una vez terminada esta ceremonia, ya en silencio, el «empalao» sale descalzo, acompañado del Cirineo y de sus familiares, a realizar el itinerario de las 14 estaciones que simbolizan el viarucis y que recorren todo el pueblo. Cuando el «empalao» termina el recorrido vuelve al lugar del que partió y se desviste con el mismo recogimiento.

Los «empalaos» recorren las 14 estaciones del viarucis por las calles del pueblo con una vestimenta característica que representa la crucifixión

La vestimenta se sirve de elementos tradicionales para conformar la imagen de un crucificado que lleva una soga de esparto enroscada en el torso. Con esta soga se sujetan los brazos extendidos sobre un madero. De ese madero, timón de arado, cuelgan en cada extremo unas cadenas denominadas vilortas y de sus brazos cuelga una toga. Detrás de su nuca se cruzan dos espadas en forma de aspa. Su rostro se cubre con un velo blanco para preservar su intimidad y su cabeza lleva una corona de espino; sus pies van descalzos. Le acompaña el “Cirineo” que va cubierto con una manta y alumbra su paso con un farolillo de aceite.

Para observar el paso de los «empalao» se debe localizar previamente las estaciones del viarucis en las calles del pueblo, elegir alguna de ellas. Una de las destacadas es la zona del castillo, construcción militar más importante de la comarca.